sábado, 8 de enero de 2011

ENSAYO

“Después de aquella noche, tras la salida del sol, levantaron el campamento y marcharon en busca de un lugar mejor, un lugar en el que el brujo y la joven artista vivieran felices, siempre juntos, pues su amor era más fuerte que ninguna tempestad…” Decía para sí el bardo. Por supuesto aquello no era la verdad, pero ¿a quién le importa la verdad? -Pensó- ¿Quién quiere oír una burda historia sobre las banalidades de la vida? Qué importa si después de aquel amanecer, no volvieron a verse nunca. Quién quiere saber que ella murió dos años más tarde en una epidemia de viruela. Que yo mismo arranqué su cadáver de una fosa común, y lo llevé al bosque para darle el descanso que merecía, junto con sus dos objetos más preciados, sus únicas posesiones: su laúd, y la perla azul que el brujo le regaló.
No, nadie querrá escuchar esa historia.
El bardo siguió cantando su hermosa versión de la historia junto a la hoguera, cuando un lobo hambriento se acercó sigiloso entre las sombras, y al oírlo, se detuvo, escucho con atención, y cuando el bardo terminó su cantar el lobo dejo caer una sola lágrima… y se fue.


Inspirado en la historia de Geralt de Rivia (Andrzej Sapkowski)

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