Palmares de Marco Olmo, Nació en 1948 es decir, tiene 63 años, un chaval.
En un desolado paisaje italiano de canteras al aire libre, fabricas de chimeneas humeantes y escavadoras removiendo la tierra, el Corredor se calzó las zapatillas, miró hacia los lejanos montes entornando los ojos y empezó a correr.
“Recuerdo un amanecer en el Mont-Blanc, con el sol iluminando la montaña. Una sensación bellísima, pero no sé si era exactamente poesía. Tal vez era sólo alivio. Si había corrido durante doce horas quería decir que quedaban apenas nueve para el final.” (Marco Olmo)
Se le ve de madrugada corriendo por los montes de su tierra, calzando unas zapatillas desgastadas, unos pantalones y una camiseta ajadas por el uso. Austero y honesto mercenario del deporte, espera que el tiempo no pase, con su vieja mochila Invicta a la espalda. Arrugada. Como él.
“Recuerdo un amanecer en el Mont-Blanc, con el sol iluminando la montaña. Una sensación bellísima, pero no sé si era exactamente poesía. Tal vez era sólo alivio. Si había corrido durante doce horas quería decir que quedaban apenas nueve para el final.” (Marco Olmo)
Se le ve de madrugada corriendo por los montes de su tierra, calzando unas zapatillas desgastadas, unos pantalones y una camiseta ajadas por el uso. Austero y honesto mercenario del deporte, espera que el tiempo no pase, con su vieja mochila Invicta a la espalda. Arrugada. Como él.
Es solitario, de pocas palabras y mucho sacrificio. No le gusta comer animales, ni el reconocimiento público. Practica un deporte al límite de lo imaginable dónde la preparación física, mental y las motivaciones personales son fundamentales. Un carácter forjado en sus vidas pasadas, donde fue obrero, camionero, campesino. Correr se convirtió en el modo de fugarse de un destino amargo.
El mundo del running está lleno de héroes anónimos. Gente corriente que nunca, o casi nunca, gozará de protagonismo mediático ni reconocimiento a sus hazañas mas allá de la mera anécdota. Y eso me gusta. Lejos de flashes y titulares apocalípticos, aquellos corredores que son capaces de logros dignos de mención, sólo serán valorados por otros deportistas que sufren como ellos, sienten como ellos y tienen la misma pasión que ellos. El italiano Marco Olmo es uno de estos personajes. Un corredor de fondo de mirada tímida y triste figura -como buen ultrafondista-, que aún a sus 63 años es capaz de entrar entre los diez primeros de las carreras que disputa.
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D. Borja Rebaque Morán
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